Ayni Gestalt Sanación es la integración de los caminos de aprendizajes que he estado transitando a lo largo de estos años de formación y trabajo personal. Para la Gestalt, aprender es descubrir en la experiencia, un modo de incorporar las vivencias a un nivel de comprensión que excede el mero entendimiento racional, sino que incorpora el sentir con todo el cuerpo, con todos los sentidos, debajo de la piel. Mis búsquedas han seguido esta brújula: desarrollar el contacto pleno en cada experiencia vivenciada, la conciencia y el tiempo para incorporar y registrar por escrito mis darme cuenta.
Así emerge la escritura, como eje de las enseñanzas de maestros y de cómo yo fui aprendiendo lo que me brindaban. Escribía diálogos de trabajos de mis compañeras, ensueños con mis propias palabras, descubrimientos, frases y citas que me gustaban y no pude parar de registrar mi experiencia total en cada acontecimiento significativo de mi vida. Entonces surge en mí la necesidad de aprender a “escribir mejor”. Mi perro de arriba exigía excelencia y mi perro de abajo acataba, claro. Comienzo un taller literario en el que esas notas y registros cobran vida en relatos que iré compartiendo en Ayni.
Así como la escritura emerge como figura nítida en mi conciencia hace dos años, la música ha habitado en mí desde que tengo memoria, desde los genes, seguramente. Mis primeros recuerdos de palabra hablada me remontan a tardes sentada al lado de mi mamá mirando las teclas del piano y pidiéndole que me lleve a la escuela de música. También mi memoria viaja hacia un dibujo para mi abuelo materno acompañado de la leyenda “el piano de mamá”. Según las reglas, era muy pequeña para iniciar la carrera de piano, pero podía formar parte del coro de niños hasta cumplir la edad requerida. El canto coral formó parte activa y comprometida de mi vida durante 20 años. Hoy me encuentro en la búsqueda de mi propia voz, aunque siempre en contacto con un otro.
Al escribir estas palabras me doy cuenta de que la danza, el movimiento, el baile, surgen de la misma manera espontánea de la infancia. “Ahora quiero aprender a bailar folclore”, me dije al dejar la actividad coral. Hoy tomo conciencia de la dimensión que ha adquirido la danza en mi vida, formando parte de mi propia Gestalt. El trabajo con mi cuerpo, no es sólo una técnica, sino el modo de expresarme de forma total, siendo cuerpo en cada instante.
En este devenir que es la vida, obtuve el título de psicóloga y terapeuta gestáltica. Desde hace un tiempo, me pienso y siento terapeuta. Aunque las palabras terapeuta y sanadora, nombran y ponen el foco en la acción de quien tiene un supuesto poder de curar. Yo me siento acompañando caminos de sanación, facilitando procesos que van más allá de un síntoma y que la persona que busca “ayuda profesional” para sentirse mejor consigo misma y con los otros, es parte activa y dinámica del vínculo y del campo, sin la cual no hay posibilidad de transitar este camino de encuentro con el ser, con la esencia del sí mismo.
Ayni, en quechua y desde una cosmovisión andina, significa reciprocidad, ayuda mutua, energía de cooperación. No hay una parte sin la otra. En los movimientos de dar y recibir, ambos, paciente/terapeuta, grupo/terapeuta, alumno/docente, nos nutrimos y acompañamos mutuamente, co-construyendo una totalidad y una danza única.
La Gestalt como enfoque y filosofía de vida, tiene la capacidad, desde mi confianza absoluta, de integrar en sí misma, en su teoría y técnica, todos los aspectos de la persona y desarrollar una praxis que incorpore, además de pensamientos, emociones, conductas y entorno, al cuerpo y a la espiritualidad -de verdad-.
Esta es la visión y la misión de Ayni Gestalt Sanación. ¡Gracias! ¡Jallalla! ¡Ahó!
Con amor, Pao ♥