Eso no era amor

Apego, ansiedad, intensidad, control A veces lo que llamamos amor… en realidad era otra cosa.Un nudo en el estómago.Una espera tensa.Un miedo constante a que el otro se vaya. Durante mucho tiempo creímos que eso era normal.Que amar era estar “pendiente”, sentir mariposas mezcladas con angustia, vivir en esa montaña rusa emocional que tantas veces se celebra como pasión. Pero si somos honestos, lo que había ahí no era amor: era ansiedad, era vacío, era la urgencia de no perder algo que ni siquiera sabíamos si era verdadero. Cuando la intensidad confunde La cultura nos enseñó a confundir intensidad con amor.Si te hacía temblar, era amor.Si te hacía sufrir, era amor.Si te dejaba sin aliento, era amor. Y no.La intensidad emocional muchas veces es herida sin revisar, historia antigua que se activa, niño interno que vuelve a pedir lo que nunca recibió. No es amor: es el eco de aquello que todavía busca alivio. El apego disfrazado de entrega También confundimos apego con entrega.Creemos que amar es fusionarnos, estar disponibles para todo, perder límites para sostener al otro. Y terminamos quedándonos sin espacio, sin aire, sin voz. La entrega verdadera no pide que te abandones.La entrega nace cuando ambas personas pueden estar cerca sin perderse a sí mismas. Los celos como falso cuidado Cuántas veces confundimos control con cuidado.“Me preocupo por vos”, decimos, pero por debajo late el temor a que el otro elija algo que no nos incluya.Y ahí aparecen los celos: un intento desesperado de asegurar lo inseguro. Los celos no cuidan.Controlan.Y el control nunca fue amor: es miedo. Entonces… ¿qué es amor? El amor no es lucha.No es tensión.No es pendiente emocional. El amor es encuentro.Respeto.Coherencia afectiva.Un espacio donde podés respirar, donde tu cuerpo se calma, donde no necesitás actuar ni jugar estrategias para sentirte querido. El amor es sencillo.Y lo sencillo, muchas veces, nos resulta extraño porque no duele. Cuando lo entendemos… algo se ordena adentro Cuando empezamos a ver estas confusiones con claridad, algo se acomoda en el alma. Reconocemos que lo que nos lastimó no fue amor: fue la forma en que intentamos sobrevivir afectivamente.Y al ver esto, aparece una pregunta nueva, humilde, poderosa: ¿cómo sería amarme a mí de un modo que no me duela? Allí comienza el camino de regreso.El camino hacia el buen amor. Del desamor al buen amor En el próximo Encuentro vamos a reconocer estas confusiones que tanto pesan —intensidad, control, apego, ansiedad— y a transformarlas desde adentro. Porque el primer vínculo que se ordena no es con otro.Es con vos. 💗 Si compartís este contenido, por favor menciona la fuente: Paola J. Castillo – aynigestalt.com.ar

¡Renacemos juntos bajo el sol del verano!

Deja que la luz del solsticio de verano ilumine tu ser y renueve tus energías. Es el momento perfecto para iniciar una nueva etapa con claridad, luz, abundancia y propósito.